Septiembre: entre luces, cantos, risas, y llanto.

Este mes es emblemático para nosotros, los mexicanos, las calles se llenan de los colores verde, blanco y rojo, de águilas reales devorando serpientes, de luminarias que forman los rostros de los que se consideran héroes de la independencia, como José Ma. Morelos, Josefa Ortiz, Miguel Hidalgo, Leona Vicario, entre muchos otros.
También las cocinas se llenan de olores patrios como el chile en nogada, el pozole que puede ser verde, blanco o rojo, los pambazos, las tostadas de pata de cerdo, el mole, los sopes, los huaraches, los tacos suaves y dorados, las enchiladas o las enfrijoladas, y por supuesto los tamales. No debemos olvidar las clásicas salsas picantes, el pico de gallo, el huacamole, la salsa borracha o la salsa de siete chiles.
Este paisaje colorido y festejo gastronómico es el alma de las Fiestas Patrias, con ellas conmemoramos el día en que México inició su independencia para dejar de ser colonia española (16 de septiembre de 1810), hecho que hizo posible que en 1824 se consumara la independencia y México se convirtiera en los Estados Unidos Mexicanos.
En fechas más o menos recientes, la naturaleza conspira con los muertos de la Independencia, pues pareciera que no desea que los olvidemos, así el día 19 de septiembre de los años 1985 y 2017 se observaron movimientos telúricos muy fuertes, eventos que junto con el recuerdo de la Independencia han llevado a que en este mes se enlacen fiestas y luto, alegrías con llanto.
Pero no olvidemos que pronto, solo faltan dos meses, conmemoraremos a todos nuestros muertos sin luto, solo con alegría.
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