La Catrina, la Santa Muerte y las brujas de Halloween; juntas, pero no revueltas

Como ustedes saben, yo, La Catrina soy la anfitriona del Día de los Muertos en México, pero antes de que empecemos con comparaciones o confusiones, dejen que les presente dos tradiciones culturales relacionadas con el concepto de muerte que no son propias de esta festividad mexicana, pero que no por ello dejan de ser aspectos relevantes de diferentes grupos culturales y contraculturales.

Pues bien, empecemos con la Santa Muerte, a la que también llaman la Niña Blanca, y que puedo decir que es una gran amiga, casi una prima lejana. Esta figura de la muerte es una imagen de culto, es decir, es una imagen sagrada, una representación icónica de una divinidad, cuyo origen es un poco incierto, y aunque algunas personas han tratado de relacionarla directamente con Mictlancihuatl, señora de la muerte de la cultura mexica, es más fácil que su origen sea propio de la cultura europea, esto lo afirmo porque la historiadora Elsa Malvido y la antropóloga Katia Perdigón, en 2016, sustentaron la hipótesis de que esta imagen fue retomada de la cultura medieval occidental o cultura feudal, dicha afirmación la han realizado a través del análisis de la iconografía de la Santa Muerte, consideran que su estructura se desarrolló en el siglo XV a partir de la pandemia de la peste, ¿Cómo lo lograron? Analizando su vestimenta, los símbolos que lleva, como el reloj de arena, el mundo, la guadaña, el búho, la balanza y sobre todo la aureola o corona de la cabeza propias de la cultura judeocristiana que introdujeron los españoles a su llegada.

Lo que sí es cierto, es que, a partir de 1998, con el altar que se encontró en la casa del conocido secuestrador “Mochaorejas”, a la Niña Blanca se le asoció con el mundo de los criminales y como una deidad propia de la cultura popular de los mexicanos, pero, ¿Por qué fue adoptada con tanta rapidez como una deidad? pues porque la cultura mexicana siempre a tenido una especie de romance con la muerte. Cabe aclarar que el concepto de la muerte para los nativos americanos prehispánicos no tenía nada que ver con la propuesta por la cultura de la edad media occidental y con el bien morir de los buenos hombres y mujeres de dios.

También, es importante resaltar que los rituales propios del bien morir se mezclaron con los de la cultura mexicana, dando comienzo a una sincronización de ambos cuya culminación serán los festejos propios de los Santos Inocentes y del Día de Muertos.

En segundo lugar, tenemos una festividad propia de la cultura celta, estos muchachos me caen muy bien, tenían el mismo empuje que nuestros guerreros mexicas, tanto que podemos reconocer algunas similitudes en ambas culturas, como por ejemplo; que eran guerreros temibles, tenían grandes orfebres, gran parte de su cultura se basa en los ciclos agrícolas, se organizaban en tribus y tenían una jerarquía en la que sobresalían los jefes políticos y los guerreros, entre otras similitudes también una festividad, en la víspera del día 1 de noviembre, y de acuerdo con los científicos sociales, los celtas tenían la  creencia de que en esa fecha se difuminaban las barreras entre el mundo de los vivos y el de los muertos, por lo que los espíritus de los difuntos convivían con las personas y les daban consejos, avisos e instrucciones que les ayudarían en su día a día.

El Samhain se ha relacionada con una fiesta de los muertos y con el Año Nuevo céltico coincidiendo con el periodo crítico de invierno, es un evento lleno de historias paranormales llenas de hadas, duendes, monstruos, pero también de familiares difuntos que comparten su sabiduría. Aunado a ello las muertes de algunos personajes políticamente importantes hicieron de esta fecha una fecha temida y al mismo tiempo una alegre celebración.

Cabe mencionar que este evento, fue incluido en sus ritos por la iglesia católica en la fecha correspondiente a la Víspera de Todos los Santos, que los ingleses llamaban All Hallows' Eve, tradición que fue llevada a los Estados Unidos de Norteamérica por los irlandeses durante el periodo de la llamada Gran Hambruna en Irlanda (1845-1849), ahí el vocablo se deformó a Halloween y se le añaden algunos elementos como los gatos negros, los espantapájaros y las brujas que representan con sus conjuros y pócimas, conocimientos de farmacopea, pero también una transgresión a lo socialmente aceptado como conducta femenina.

El Halloween se volvió parte de la cultura de USA en 1921, cuando se celebra por primera vez masivamente en Minnesota.

Así vemos que el Halloween se asemeja a lo que sería el Día de Muertos para nosotros, solo que sus personajes son diferentes, pero se celebran casi en las mismas fechas

Finalmente, hablemos un poco del Día de Muertos que se celebra en nuestro país, como se ha mencionado, nuestra cultura siempre ha convivido con la muerte, solo que en la época prehispánica era muy diferente esa convivencia, pues la muerte no era vista como el final de un camino, sino como la continuidad de la vida, no había infierno o cielo al que llegar, sino a lugares específicos en los que se continuaría viviendo, a excepción de los bebés, que vivián en un lugar específico, esperando turno para volver a nacer. Ese lugar recibía el nombre de Mictlán.

Según Octavio Paz (1963) los mexicanos tenemos muy presente ese concepto todavía en nuestras tradiciones, cuyo origen se encuentra en nuestras raíces indígenas, pues cada 1° y 2 de noviembre esperamos a que en un momento se abra la Tierra de los Muertos y vengan nuestros difuntos, pequeños y grandes a disfrutar de su fiesta con nosotros, así año con año, los dos primeros días de noviembre deben de estar los altares listos con los platillos que más les gustaban, sus cigarros, sus bebidas, sus frutas preferidas, no deben faltar los juguetes para los niños, las calaveras de azúcar, de amaranto o de chocolate, el agua, la sal, las fotos de nuestros seres queridos y por supuesto el pan de muerto, el papel picado y las flores de Cempaxúchitl.

Nuevamente, podemos observar que, si bien esta fiesta es de origen indígena, está permeada por la iglesia católica y se incorporan a los días correspondientes al día de Todos los Santos y el día de los Fieles Difuntos

A mí, ya me conocen soy La Catrina, me convirtieron en uno de los símbolos del Día de Muertos, y cuento con el honor de que muchas mujeres de diversos tipos de belleza se disfracen como yo, también soy inspiración para muchos disfraces.

Quiero presumir que hay eventos a los que nunca falto, por ejemplo, al Festival de las Calaveras de Aguascalientes que se celebra desde 1995, también asisto desde el 2016 a la Mega Procesión de Catrinas de la Ciudad de México, así como a varios desfiles que llevan mi nombre en diferentes estados de nuestra República.

Resumiendo, la Santa Muerte, las brujas de Halloween, y yo, tenemos muchas cosas en común, pero no somos lo mismo, la primera es una deidad, las segundas representan a mujeres con ciertos conocimientos que para algunos son cuestionables, mientras que yo soy una obra de José Guadalupe Posadas que representé una clase social y más tarde fui elegida como el personaje principal del Día de Muertos. Aunque todas tengamos un origen en el concepto de muerte y de creencias respecto a la posibilidad de que los difuntos puedan venir a visitarnos una vez al año y estar de nuevo departiendo con nosotros, aunque todas seamos cuestionadas o incluidas en la religión católica, todas somos diferentes y nos cruzamos en el camino cada vez con más sincronicidad, cada vez con un mayor número de posibilidades de enriquecer la cultura de las nuevas generaciones.

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