¡Te invito a comer en este Día de Muertos!

Catrina alhajero

Hola, hoy es un día muy especial, pues empezamos los preparativos para recibir a nuestros difuntos, en el altar, ya están las calaveras de dulce, las de barro, el cempasúchil, las galletas, inclusive algunos postres ya están preparados, sólo faltan los platillos.

Hoy se invita a las ánimas de los pequeños a convivir, muchos dicen que solo llegan 24 horas y se van, yo prefiero creer lo que me enseñó la abuela, que nuestros muertos sean chicos o grandes, de nuestra casa o los desamparados, están con nosotros desde el último lunes de octubre, hasta la primera semana de noviembre.

Mañana, llegan nuestros adultos a tomar la esencia de los alimentos, todos los años me imagino a mi abuela quitando las cebollas de sus platos y al abuelo platicándonos de su vida como maquinista del tren mientras degusta sus mandarinas, escucho nuevamente los consejos de mi padre, escucho a mi hermana decir que la maestra le tiene mala leche y los pleitos con mi hermano los vuelvo a recordar, veo a mi madre bordando sus manteles y tejiendo sus chalinas, en fin, es el recuerdo que nunca muere mientras los vivos los evoquen.

Y como las ánimas ya llevan su itacate (provisión de comida para su regreso al lugar de descanso), el día 3 nos comemos lo dispuesto en el altar.

Esta tradición criticada por muchos, algunos porque es una creencia sin fundamento, otros porque no es prehispánica 100% y los menos porque es una actividad comercial, es más que eso, es una forma de mantener vivas memorias y enseñanzas de los que fueron tu familia, es una forma de escoger a quien le pones su ofrenda y quien no merece el recuerdo.

Este ritual, con todos sus simbolismos, es una forma de mantener la mente en paz. Quintanar y López (2017) en sus estudios sobre estos rituales, afirman que quienes han tenido la experiencia de perder a varios seres queridos, al armar el altar y su ofrenda, disfrutan de una psicoterapia cultural pues permiten transformar la experiencia dolorosa en una convivencia social donde la expresión del dolor no se reprime ni se juzga, al contrario se reconoce socialmente el sentimiento, pues la mayoría lo hemos tenido y entonces la pérdida individual se torna en una pérdida del grupo que se apoya mutuamente. Por ello las narraciones de las personas sobre los difuntos, tienen todos los elementos (inicio, desarrollo, clímax y desenlace), lo que permite el reconocimiento de su ausencia con menos dolor, pues toda la familia se involucra en el ritual.

Quizá lo más importante de esta celebración, es que se pierde el acartonamiento de las frases: “hay que respetar a los muertos y guardar silencio en su memoria”, pues se celebra departiendo platillos que se prepararon especialmente para ellos, con música y canciones que se consideran propias de esta celebración, y pueden ser muy serias como La Llorona y Bodas Negras, o muy alegres como el Twist del Esqueleto y ¡Qué Monstruos Son!

Fundamentados en el mito de que las almas tienen permiso para regresar estos días a visitarnos, se olvida un poco que ya no están, y contando todo un repertorio de anécdotas alegres, cómicas, tristes, raras o simplemente memorables, se llena un poco el vacío que dejan los que parten antes que nosotros. Así celebramos alegres su regreso, a veces hasta sintiendo la presencia del ánima, lo que hace que se olvide la tristeza que causa el vacío de no tenerlos con nosotros.

Hoy y mañana, Las festividades de muertos y el altar con su ofrenda, también se convierte en un símbolo de resistencia resignificando la muerte, de tal manera que nuevamente la podemos aceptar como parte de nuestra vida y recibirla festejando, no llorando y viéndola como algo que debemos temer o como una  enemiga odiada.

Por ello, ¡Hoy y mañana te invito a comer con mi familia: con los vivos y con los muertos!

Referencias

  1. Mardones, P & Fernández, F. Celebración metropolitana del día de muertos. Comunalización / comunidad, migración, memoria festiva y resistencia en Buenos Aires y Santiago. Disponible en https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1665-80272021000200228
  2. Quintanar, F & López, K.  (2017). La ofrenda del Día de Muertos como una estrategia de psicoterapia de arte para adultos mayores. Revista Psicología y Salud. Vol. 27 No.1, pp 127-136. Disponible en https://psicologiaysalud.uv.mx/index.php/psicysalud/article/view/2443/4301

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